de Kásskara hasta las Américas
Según el relato de un anciano Hopi, la patria original de su tribu supo estar en una tierra llamada Kásskara ubicada en el océano Pacífico, una tierra también conocida como Mu.
Así lo afirmó Oswald ‘Oso Blanco’ Fredericks, el principal consultor de El Libro de los Hopi (1963) de Frank Waters, un título común en las bibliotecas universitarias.
A fines de la década de 1970, un ex ingeniero de la NASA llamado Joseph Blumrich, también solicitó la ayuda de Oso Blanco para producir un libro en alemán llamado Kásskara und die sieben Welten (‘Kásskara y los siete mundos’), que no ha sido publicado en inglés o español. En el curso de su investigación, Blumrich a menudo se quedaba con Oso Blanco y su esposa, Naomi, en su casa en Sedona, Arizona. La pareja acompañó al ex ingeniero a las ceremonias en la reserva hopi, donde pudo entrevistar a los ancianos de varios clanes.
Blumrich grabó todo lo que dijo Oso Blanco, y Naomi plasmó esas grabaciones en una transcripción mecanografiada y coherente. Ese manuscrito es, justamente, la base del libro.
Hace algunos años, el profesor y periodista Shawn Hamilton recibió una copia parcial de la susodicha transcripción gracias a un maestro de antropología mediante el cual había tenido la suerte de conocer al anciano hopi. Lo que leerá a continuación son pasajes resumidos, traducidos y ligeramente editados para su publicación en español aquí en Mystery Planet.
Ciclos de nacimiento y destrucción
Según Oso Blanco, la humanidad vivió en otros dos mundos, Tokpela y Tokpa, antes de emerger al Tercer Mundo, Kásskara; y luego a nuestro actual Cuarto Mundo, Toowakachi. Estos mundos sucesivos generalmente corresponden a varios continentes, períodos de tiempo y configuraciones cambiantes de la geología global.
En el Primer Mundo, la divinidad «Taiowa» creó a los humanos y todas las cosas en este universo. Nos dio inteligencia y la capacidad de conocimiento.
«Le dio al hombre todo lo que necesita en su vida, y le dio las leyes y deberes en este universo, que el hombre debe obedecer», dijo Oso Blanco.
Explicó que el Primer Mundo fue destruido por el fuego porque la gente se había vuelto maliciosa. Pero su pueblo —aquellos que en tiempos más recientes se convirtieron en los hopi— sobrevivió a la destrucción porque había sido seleccionado para preservar el conocimiento a través del tiempo. El Segundo Mundo fue destruido por el hielo. Una vez más, su pueblo sobrevivió y llegó al Tercer Mundo, al tercer continente. Todos estos eventos y posteriores todavía están vivos en las ceremonias hopi.
Kásskara y kachinas
La patria original hopi en el Tercer Mundo, ubicada en el océano Pacífico, se llamaba Kásskara, también conocida como Mu. Kásskara fue coetánea con la Atlántida, una civilización tecnológica que Oso Blanco dijo que existía en el Atlántico.
Platón describió la Atlántida en su diálogo Timeo, detallando cómo uno de los sacerdotes del templo egipcio en Sais le había dado esta información a su tío, Solon, junto con el buen recordatorio de que Egipto había documentado una historia que hacía que los helenos (griegos) parecieran niños en comparación.
Es «una historia que, aunque extraña, es ciertamente verdadera», le dice Critias a Sócrates, retratando la Atlántida con una especificidad tan exigente que uno puede sospechar que la historia es precisa.
Crucialmente, una característica clave de la historia concuerda con la tradición hopi. Avanza la noción desconcertante de que los cataclismos planetarios ocurren periódicamente, a intervalos regulares. Si bien la historia egipcia incluye varias de estas destrucciones globales, la gente moderna recuerda solo una: el Gran Diluvio o Diluvio bíblico.
Oso Blanco explicó que las personas que se convirtieron en los hopi modernos se originaron en Kásskara, aunque no todos los de Kásskara se convirtieron en hopi. La gente de este continente —del cual Hawái es un remanente— se defendió en una guerra con la Atlántida que condujo a la destrucción de ambas civilizaciones. Oso Blanco informó que seres de otro mundo llamados kachinas, que volaban en naves espaciales, habían visto emerger un continente del agua hacia el este, y ayudaron a sus antepasados a llegar a este nuevo continente en ascenso que hoy conocemos como América del Sur.
«Era el mismo país en el que habíamos vivido en nuestro Segundo Mundo, Tokpa, pero su apariencia era diferente, así que ahora lo llamamos el Cuarto Mundo», señaló Oso Blanco.
Según la tradición indígena, la Tierra ha cambiado sus polos varias veces, lo que significa que el Polo Norte estaba en el lugar donde se encuentra actualmente el Polo Sur y viceversa.
«En el Quinto Mundo, volverá a cambiar. En cada ocasión, la Tierra se inclinó completamente de norte a sur y no a la mitad», dijo Oso Blanco. «Eso habría causado demasiado daño y no era la intención del Creador, excepto una vez durante el Segundo Mundo cuando la Tierra se inclinó solo hasta la mitad y todo se congeló».
Los kachinas observaron esta nueva tierra, y cuando estuvo sobre el agua, comenzaron a prepararse para una gran migración de refugiados kásskaranos al continente emergente que se convertiría en su patria, dijo Oso Blanco.
«Los hopi lo llaman el Cuarto Mundo, Toowakachi», apuntó, y agregó que la palabra sistaloakha designa todo lo que se crea rápidamente y en forma perfecta. El Creador había decidido salvarlos y ordenó a los kachinas que ayudaran a la gente a llegar a este nuevo continente. Estos colonos emigraron del Tercer Mundo al Cuarto en tres tipos de vehículos.
«El grupo inicial llegó en “escudos voladores” (naves espaciales). Estos fueron asignados a personas importantes y de alto rango que tenían prioridad porque tenían la tarea de establecer la nueva colonia. Los kachinas, siendo viajeros espaciales, sabían dónde estaba la nueva tierra, y trajeron primero a tales estimados líderes. Los kachinas podían hacer eso porque tenían escudos voladores. Nuestra gente no los tenía, y no pudimos construirlos. Los atlantes sí tenían escudos voladores, pero no los recibieron de los kachinas, quienes los habían dejado atrás, sino que los rediseñaron con su poder malévolo», contó el anciano.
La llegada de los clanes
Los primeros clanes llegaron a Toowakachi mucho antes de que Kásskara se hundiera por completo. Entre los grupos más importantes que llegaron con los escudos voladores estaban el Clan del Fuego, el Clan de la Serpiente, el Clan de la Araña, el Clan del Arco, el Clan del Lagarto, el Clan del Águila y el Clan del Agua.
«La lista completa muestra al Clan del Arco hacia el final porque este clan actuó mal en el Tercer Mundo. Pero algunas personas del Clan del Arco seguían siendo importantes», dijo Oso Blanco. «Aunque muchos hubieran tomado parte en la destrucción del Tercer Mundo, no todos se habían apartado del camino del Creador. Por eso se salvaron».
El segundo grupo de refugiados voló en «grandes pájaros» (aviones). El festival hopi Powamu recuerda estos eventos. Oso Blanco participó en esta ceremonia en Oraibi (en el condado de Navajo, AZ) cuando era joven, lo que le permitió ingresar a la sociedad Powamu.
«Antes de la ceremonia, el jefe de nuestra tribu cantó una canción que evocaba el Tercer Mundo que habíamos dejado y hablaba de la reina malvada que había conquistado la mayor parte del mundo y cuya influencia era tan dañina», comentó refiriéndose a la reina de la Atlántida, quien otrora usó su belleza para manipular a los jefes de su pueblo, recibiendo tantas joyas que le dieron el apodo de «La Mujer Turquesa».
«Muchas personas tenían miedo durante este tiempo porque el viejo continente, Kásskara, se estaba hundiendo rápidamente; una ciudad tras otra estaba siendo destruida. El agua siguió subiendo y cubrió la mayor parte del continente, pero nuestra gente sabía que iban a ser salvados», prosiguió.
El tercer grupo estaba formado por aquellos que todavía se hallaban al comienzo de su búsqueda de sabiduría espiritual.
«Mi clan, el Clan del Coyote, era parte de eso. Lo sé por mi madre que pertenecía a este clan, como sus padres», detalló. «Tuvieron un conocimiento preciso de estos hechos porque los guardaron en su memoria para transmitir ese conocimiento como herencia al Cuarto Mundo».
Oso Blanco dijo que este tercer grupo llegó en botes y tuvo que luchar durante mucho tiempo.
A lo largo de esta migración por mar, los kachinas protegieron a este último grupo. De hecho, cada clan tenía un kachina asignado para guiar a sus miembros de manera segura al nuevo continente, aconsejándolos y dirigiéndolos hacia islas donde pudieran descansar; pero Oso Blanco dijo que si bien los kachinas podían hacerse entender, los humanos al principio no tenían el privilegio de hablar con ellos.
El Clan de la Flauta todavía celebra una ceremonia que hace referencia a estos viajes en barco, y de esta forma los hopi recuerdan cada detalle y etapa de esa épica travesía oceánica, acontecimiento que les recuerda una fila de siete estatuas (moáis) en isla de Pascua.
«Estas estatuas representan los siete mundos que debemos cruzar», contó Oso Blanco. «La isla de Pascua es la única isla en el camino que no se hundió completamente en el océano después de nuestro paso».
Sobre el tema de «los siete mundos», un poco de contexto podría ayudar a iluminar al lector. Los hopi en realidad hablan de nueve mundos, o reinos universales, que se manifestaron de acuerdo con el plan del Creador Taiowa. Un reino espiritual estaba reservado para Taiowa y otro para su «sobrino», Sotuknang. La mención de Oso Blanco de «los siete mundos que debemos atravesar» se relaciona con los centros vibratorios (chakras) del ser humano, correspondientes a nivel físico a las glándulas.
Entonces, por medio de sus escudos voladores, aviones y botes, los kachinas guiaron a los refugiados kásskaranos a América del Sur para ayudarlos a establecer una colonia allí.
«En ese momento, la parte más alta ya estaba sobre el agua», explicó Oso Blanco. «Pero debes saber que no todos los que sobrevivieron a Kásskara pudieron venir a este nuevo continente. Nosotros, el Clan del Coyote, fuimos los últimos en llegar».
«Los que partieron después de nosotros fueron llevados por las corrientes hacia otras tierras porque no habían sido seleccionados para venir a Sudamérica. Algunos llegaron a Hawái, una parte del Tercer Mundo que no había sido destruida. Otros llegaron a las islas del Pacífico Sur, y algunos a una isla que hoy es parte de Japón, como supe hace unos años», dijo el anciano. «Me visitó un joven de esta isla. Había leído el Libro de los Hopi y dijo que su abuela le había contado exactamente las mismas historias sobre el viejo mundo».
El destino de los Atlantes
Según Oso Blanco, no todos los habitantes de la Atlántida perecieron cuando su continente fue destruido. Los que no habían tomado parte en el ataque de su reina a Kásskara se salvaron. Ellos también querían venir al nuevo continente, pero el Creador había prometido que la nueva tierra pertenecería únicamente a los ancestros hopi por mucho tiempo.
«Aunque todavía no había hopi en este nuevo continente, los habitantes de la Atlántida no pudieron venir a América del Sur. El Creador no quería tenerlos allí», aseguró. «Entonces envió a los kachinas para evitar que se movieran hacia el oeste porque, aunque los sobrevivientes no hubieran seguido a sus jefes, seguían siendo súbditos de la Atlántida».
Oso Blanco detalló que durante el Tercer Mundo, la gente de la Atlántida también se había asociado con kachinas, pero los kachinas los abandonaron cuando los atlantes se volvieron malévolos.
«Los kachinas los dirigieron hacia el este hacia áreas que hoy se llaman Europa y África. Pero sus capacidades les habían sido arrebatadas. Clavados al suelo, ya no podían volar y solo podían sobrevivir si salían en pequeños grupos y cada grupo llevaba solo una pequeña porción del conocimiento total que tenían antes», contó. «Por eso la gente de esa región no tiene una memoria de su historia comparable a la nuestra»
Asimismo, añadió que cuando los atlantes destruyeron el Tercer Mundo, el Creador los redujo a un bajo nivel cultural. Pero después de su castigo, que duró cientos de años, comenzaron a desarrollarse nuevamente.
«Piensa en la cultura de los egipcios. Para nosotros, los hopi, esta época no es tan remota y todo esto forma parte de la tradición hopi», expresó Oso Blanco.
Destrucción de la Primera Ciudad
Al llegar al nuevo continente, la tarea inicial de los refugiados kásskaranos fue construir la primera ciudad, Táotoóma, que ubicaron en la parte baja de una montaña.
Oso Blanco describió esta ciudad como del tamaño de la actual Los Ángeles, y dijo que una sección de esta era lo que reconocemos como Tiwanaku (o Tiahuanaco), en la Bolivia actual.
Gradualmente, el área terrestre se expandió a medida que se elevaba desde el mar, y un pequeño número de personas comenzó a emigrar a otros lugares.
«Pudimos empezar a explorar el nuevo continente, y por eso usamos los escudos voladores (naves espaciales). Algunos de nosotros habíamos alcanzado un rango suficiente para acompañar a los kachinas durante sus exploraciones para ver cómo les iba a las colonias recién fundadas», explicó.
Con el tiempo, la gente volvió a considerar sus propias ideas sobre la forma correcta de seguir las leyes del Creador divino. Habían dejado el camino correcto, dijo Oso Blanco, y agregó que entre ellos había personas de alto rango que se sentían atraídas por la riqueza y las posiciones de prestigio.
«Comenzaron a hacer mal uso de Tawuya [sin traducción], por lo que los kachinas trataron de evitar que volaran hacia el universo. No se nos permitía ir allí mientras no hubiésemos cumplido con todas nuestras obligaciones en este mundo. Pero estas personas creían falsamente que estaban listas. El Creador se dio cuenta de lo que había sucedido, y después de un tiempo vino en persona y tomó la ciudad, la levantó hacia el cielo, la volteó y la enterró en la tierra. En toda el área a su alrededor, uno sintió la enorme ráfaga de aire. El suelo vibró, fue como un terremoto.
»Fue una decepción para nuestro Creador, a quien habíamos desobedecido. Después de eso, nuestra gente se disolvió y se fue en varias direcciones. Esta fue la primera dispersión de nuestra gente en este continente».
Oso Blanco precisó que estos eventos ocurrieron durante los 4.000 años posteriores a la reunión de los clanes en el nuevo continente, que emergió del agua con un aspecto muy similar al actual.
Posteriormente, las personas —especialmente aquellas que se habían mantenido fieles al Creador— abandonaron las ruinas de Táotoóma, la primera ciudad construida en el Cuarto Mundo. Querían separarse de los demás para preservar su sabiduría ancestral y cosmología, así como cumplir con sus obligaciones sagradas.
«Fundaron nuevas colonias por toda América del Sur. No se fueron todos al mismo tiempo sino gradualmente, durante un largo período. Se asignó un kachina para guiar a cada grupo durante su migración. Los grupos, a los que llamamos clanes, tuvieron que separarse para poder sobrevivir y seguir con éxito las enseñanzas del Creador, que pertenecían al plan divino. Durante estas migraciones, los kachinas pudieron comunicarse con nosotros y nos ayudaron como antes. Nos enseñaron a sembrar y recolectar el mismo día sin esperar meses a que maduren los frutos», dijo.
Después de que la gente se alejó de las ruinas de la ciudad destruida, ciertos kachinas fueron «destinados», o designados, para niños que aún no habían nacido. Estos niños fueron seleccionados para transmitir la memoria real de eventos pasados, y Oso Blanco señaló que tales eventos «llegaron muy a menudo a la historia hopi».
«El niño recibe el conocimiento cuando aún está en el vientre de su madre. A veces es la madre quien lo recibe para que todos estos pensamientos puedan penetrar en el niño antes del nacimiento, para que el niño no necesite aprender después. Solo es necesario recordar este conocimiento que recibió antes de su nacimiento», aclaró Oso Blanco. «Todo esto sucedió durante varios cientos de años después del comienzo de la migración. Pero la enseñanza de los kachinas hizo posible mantener vivas en la memoria nuestras tradiciones».
Las migraciones del Clan del Oso
Oso Blanco relató la historia del Clan del Oso al que pertenecía su padre, diciendo que eligió este clan porque fue seleccionado para desempeñar el papel de guía y líder en el Cuarto Mundo.
«Todo lo aprendí de mi padre y su hermano que conocían la historia de los clanes y sus migraciones a este hemisferio, porque nuestros ancestros fueron los jefes de los hopi y del Clan del Oso desde su llegada al Cuarto Mundo», relató.
«Pero primero quiero contarte algo que me dijo mi madre. Cuando salimos de la ciudad destruida, los kachinas borraron los recuerdos de todos los que quedaron, así como de sus futuras generaciones. Así que todos los que después vivieron alrededor de las ruinas no tenían la menor idea de lo que había pasado antes», dijo, y apuntó que en el Tercer Mundo el Clan del Oso era uno de los clanes menos importantes.
«No tenía un pasado negativo y no había tomado parte en la destrucción del mundo anterior, y por esta razón fue seleccionado como el clan dominante en el Cuarto Mundo (actual). Es por eso que el Clan del Oso tiene un rango más alto que el Clan del Fuego, que destruyó el Primer Mundo, o el Clan de la Araña y el Clan del Arco, que destruyeron el Segundo y el Tercer Mundo».
Debido al estatus del Clan del Oso entre los hopi, se asignó un kachina de mayor rango, Eototo, para guiar a la gente de este clan, aunque Oso Blanco dijo que Eototo era más propiamente una deidad. Eototo se quedó con ellos dondequiera que fueran para asegurar su bienestar. Los guio hacia el norte desde Sudamérica, pero se encontraron con condiciones muy duras en el camino.
«El área que tenían que cruzar estaba terriblemente caliente. Pasaron mucho tiempo recorriendo los bosques y acostumbrándose al clima, y muchos niños morían al nacer a causa del calor. Los tiempos eran difíciles. Quisieron buscar montañas para salir de este calor, pero los kachinas los alentaron a continuar y los protegieron durante todo el largo viaje por la selva. Todavía hoy existe una ceremonia que recuerda esta protección», contó Oso Blanco.
«Después de mucho tiempo, emigraron de la región tropical. La gente empezó a respirar mejor, los niños ya no morían y la población aumentó. Continuaron moviéndose hacia el norte mientras Eototo los guiaba hacia lagos y ríos. Después de muchos años llegaron a una «barrera de hielo» cerca de lo que hoy llamamos la frontera entre Estados Unidos y Canadá. Impidió su paso hacia el norte. Esto sucedió hace unos 12.000 años. Eototo les advirtió que esta capa de hielo era una puerta que se abriría más tarde para otras personas que emigrarían hacia el sur».
Estos, por supuesto, son los grupos que los antropólogos reconocen como los que cruzaron el puente terrestre de Bering, pero los hopi dicen que su propia gente llegó primero y vino de la dirección opuesta. Oso Blanco relató cómo sus antepasados se alejaron de la capa de hielo y tuvieron que moverse hacia el este mientras cruzaban una vasta extensión de humedales hasta llegar al océano Atlántico. Eototo les dijo que era el final de su viaje hacia el este y luego les indicó que caminaran en dirección al sol poniente.
«Obedecieron y se fueron al oeste, llegando después de muchos años al océano Pacífico. Eototo les dijo: “Han terminado su migración y ahora pueden elegir dónde quieren vivir”, pero el clan aún no sabía dónde quería establecerse. Después de mucha investigación, eligió este lugar (Oraibi), donde la gente construyó su primera aldea y donde los Hopi han vivido desde entonces».
La venida del Quinto Mundo
Los hopi no perciben el tiempo en línea recta como solemos hacerlo nosotros. Si bien podemos asumir que nuestra civilización moderna representa un pináculo del logro tecnológico humano, los hopi esperan pacientemente en sus mesetas remotas a que nuestra versión de la civilización desaparezca, lo que inevitablemente debe ocurrir porque no está en armonía con las leyes del universo.
Oso Blanco comentó que él y otros ancianos se habían reunido en una kiva en Shongopovi (tierra hopi) para discutir su situación actual.
«Vemos en este momento que ocurren las mismas cosas que ocurrieron justo antes de la destrucción del Tercer Mundo. Estamos preocupados porque sabemos lo que va a llegar. Y sabemos que hemos llegado al punto de no retorno», concluyó.
Artículo escrito por Shawn Hamilton.
Versión editada y adaptada exclusivamente para MysteryPlanet.com.ar.