Arqueólogos descubren la evidencia más temprana de cirugía cerebral en el Antiguo Oriente Próximo
Una excavación reciente en Megiddo, Israel, desenterró el ejemplo más antiguo de un tipo particular de cirugía craneal en el Antiguo Oriente Próximo, y potencialmente uno de los ejemplos más antiguos de lepra en el mundo.
Los arqueólogos saben que la gente ha practicado la trepanación craneal —un procedimiento médico que consiste en hacer un agujero en el cráneo— durante miles de años. Han encontrado evidencia de que civilizaciones antiguas de todo el mundo, desde América del Sur hasta África y más allá, realizaron la cirugía.
Ahora, gracias a una excavación reciente en la antigua ciudad de Megiddo, Israel, hay nueva evidencia de que un tipo particular de trepanación se remonta al menos a finales de la Edad del Bronce.
Rachel Kalisher, candidata a doctorado en el Instituto Joukowsky de Arqueología y Mundo Antiguo de la Universidad de Brown, dirigió un análisis de los restos excavados de dos hermanos de clase alta que vivían en Megiddo alrededor del siglo XV a.C. Descubrió que no mucho antes de que uno de los hermanos muriera, se había sometido a un tipo específico de cirugía craneal llamada trepanación con muescas angulares. El procedimiento consiste en cortar el cuero cabelludo, usar un instrumento con un borde afilado y biselado para tallar cuatro líneas que se cruzan en el cráneo y usar palanca para hacer un agujero de forma cuadrada.
Kalisher dijo que la trepanación es el ejemplo más antiguo de este tipo encontrado en el Antiguo Oriente Próximo.
«Tenemos evidencia de que la trepanación ha sido este tipo de cirugía universal y generalizada durante miles de años», comentó. «Pero en el Oriente Próximo, no lo vemos tan a menudo: solo hay alrededor de una docena de ejemplos de trepanación en toda esta región».
Dos hermanos
Israel Finkelstein, coautor del estudio y director de la Escuela de Arqueología y Culturas Marítimas de la Universidad de Haifa, explicó que hace 4.000 años, Megiddo controlaba parte de la Vía Maris, una importante ruta terrestre que conectaba Egipto, Siria, Mesopotamia y Anatolia. Como resultado, la ciudad se había convertido en una de las más ricas y cosmopolitas de la región alrededor del siglo XIX a.C., con un impresionante horizonte de palacios, templos, fortificaciones y puertas.
«Es difícil exagerar la importancia cultural y económica de Megiddo a finales de la Edad del Bronce», dijo Finkelstein.
Según Kalisher, los dos hermanos cuyos huesos analizó provenían de un área doméstica directamente adyacente al palacio de finales de la Edad del Bronce de Megiddo, lo que sugiere que la pareja era miembro de élite de la sociedad y posiblemente incluso de la realeza. Muchos otros hechos lo confirman: los hermanos fueron enterrados con fina cerámica chipriota y otras posesiones valiosas, y como demuestra la trepanación, recibieron un trato que probablemente no habría sido accesible para la mayoría de los ciudadanos de Megiddo.
«Estos hermanos obviamente vivían con algunas circunstancias patológicas bastante intensas que, en aquel entonces, habrían sido difíciles de soportar sin riqueza y estatus», comentó Kalisher. «Si eres de la élite, tal vez no tengas que trabajar tanto, tal vez puedas comer una dieta especial. Si perteneces a la élite, tal vez pueda sobrevivir una enfermedad grave por más tiempo porque tienes acceso a la atención necesaria».
En su análisis, la experta detectó varias anomalías esqueléticas en ambos hermanos. El mayor tenía una sutura craneal adicional y un molar adicional en una comisura de la boca, lo que sugiere que pudo haber tenido un síndrome congénito como la displasia cleidocraneal. Los huesos de ambos hermanos muestran evidencia menor de anemia por deficiencia de hierro sostenida en la infancia, lo que podría haber afectado su desarrollo.
Tales irregularidades podrían explicar por qué los hermanos murieron jóvenes —uno en la adolescencia o a principios de los 20 y el otro entre los 20 y los 40 años—. Pero Kalisher dijo que es más probable que los dos finalmente sucumbieran a una enfermedad infecciosa. Un tercio del esqueleto de un hermano y la mitad del otro hermano muestran porosidad y signos de inflamación previa en la membrana que cubre los huesos, lo que en conjunto apunta a que tenían casos sistémicos sostenidos de una enfermedad infecciosa como tuberculosis o lepra.
Asimismo, reconoció que si bien algunas pruebas esqueléticas apuntan a la lepra, es difícil deducir casos de lepra usando solo huesos. Por este motivo, actualmente está trabajando con investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Alemania para realizar análisis de ADN de lesiones específicas en los huesos. Si encuentran ADN bacteriano compatible con dicha enfermedad, estos hermanos estarán entre los primeros ejemplos documentados de lepra en el mundo.
También es difícil saber, dijo Kalisher, si fue la propia afección, las condiciones congénitas o algo más lo que llevó a un hermano a someterse a una cirugía craneal. Pero hay una cosa que ella sí sabe: si la trepanación con muescas angulares estaba destinada a mantenerlo con vida, no tuvo éxito. Murió poco después de la cirugía, en cuestión de días, horas o incluso minutos.
Indagando en la historia médica
A pesar de toda la evidencia de trepanación descubierta en los últimos 200 años, todavía hay mucho que los arqueólogos no saben. No está claro, por ejemplo, por qué algunas trepanaciones son redondas —lo que sugiere el uso de algún tipo de taladro analógico—y otras son cuadradas o triangulares. Tampoco está claro qué tan común era el procedimiento en cada región, o qué pueblos antiguos intentaban tratar. (Actualmente, los médicos realizan un procedimiento similar, llamado craneotomía, para aliviar la presión en el cerebro).
Kalisher está llevando a cabo un proyecto de investigación de seguimiento que cotejará la trepanación en múltiples regiones y períodos de tiempo, lo que espera arrojará más luz sobre las prácticas de medicina antigua.
«Tienes que estar en una situación bastante terrible para que te hagan un agujero en la cabeza», opinó Kalisher. «Estoy interesada en lo que podemos aprender al observar la literatura científica en cada ejemplo de trepanación en la antigüedad, comparando y contrastando las circunstancias de cada persona que se sometió a la cirugía».
Además de enriquecer la comprensión de los colegas sobre las primeras trepanaciones, la científica añadió que espera que su análisis también muestre al público en general que las sociedades antiguas no vivían necesariamente según los principios de «supervivencia del más apto», como muchos podrían imaginar.
«En la antigüedad, había mucha más tolerancia y mucho más cuidado de lo que la gente podría pensar», dijo. «Tenemos evidencia literalmente desde la época de los neandertales de que las personas se han cuidado unas a otras, incluso en circunstancias difíciles. No estoy tratando de decir que todo fue kumbayá —hubo divisiones basadas en el sexo y la clase—. Pero en el pasado, las personas seguían siendo personas».
El análisis de Kalisher, escrito en colaboración con académicos de Nueva York, Austria e Israel, se publicó esta semana en PLOS ONE.