MISTERIO

Tormentas de polvo y lluvias de granizo del tamaño de una pelota de golf, golpean a Australia


Luego de una sequía que provocó uno de los incendios más devastadores vistos en el país oceánico, el comienzo de esta semana trajo alivio con intensas lluvias. Sin embargo, el clima en Australia parece moverse en extremos, con ráfagas de viento que llegaron a alcanzar los 107 kilómetros por hora, granizo del tamaño de pelotas de golf, inundaciones y tormentas de polvo.

El estado de Nueva Gales del Sur, uno de los más afectados por los incendios forestales que asolan Australia, afronta ahora fuertes tormentas de polvo que ya han causado importantes daños e incluso han dejado sin electricidad algunas localidades, como Nevertire y Narromine. Residentes de la zona reportan «una oscuridad total», «visibilidad cero» y largas horas de ausencia de suministro eléctrico.

En ciertas áreas, las rachas de viento alcanzaron los 107 kilómetros por hora. Según los meteorólogos, las tormentas de polvo son producto de la sequía y suelen aparecer en lugares con escasa vegetación donde el suelo está muy seco y basta con un fuerte viento para levantar gran cantidad de polvo.

Se teme que, ante la falta de lluvias, las tormentas de polvo sigan afectando a más comunidades en el oeste de Nueva Gales del Sur.

Entre tanto, la capital del país, Canberra, ha sufrido este lunes una tormenta de granizo que dañó edificios públicos, negocios, viviendas y vehículos, dejando sin electricidad algunos suburbios y provocando caídas de árboles e inundaciones. Según datos preliminares de los servicios de emergencia, dos personas resultaron heridas.

También se registraron tormentas de granizo el domingo en una Melbourne ahogada bajo el humo llegado de los lejanos incendios forestales, y se prevé que estas vuelvan a producirse en las próximas horas. El fin de semana dejó asimismo intensas lluvias en las ciudades de Brisbane y Gold Coast, en el estado de Queensland, al norte de Nueva Gales del Sur, donde provocaron inundaciones.

Fuente: ABC/RT/The Guardian.





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