Miles de misteriosos agujeros son hallados en el lecho marino del Pacífico norte
Un nuevo misterio se cierne en las profundidades oceánicas. A pocos kilómetros de la costa de Big Sur, California, un sondeo submarino ha encontrado miles de agujeros circulares esparcidos en el suave sedimento del lecho marino. Los científicos aún no saben qué los puede haber provocado.
Los investigadores del Instituto de Investigación del Acuario de la Bahía de Monterrey (MBARI) hallaron hasta 15.000 de estos agujeros, cuyas medidas en promedio llegan a los 11 metros de diámetro por 1 de profundidad.
Alrededor del un 30 por ciento de estas estructuras contienen basura humana, junto con peces y otras criaturas marinas que utilizan estos desperdicios para hacer sus hogares.
El descubrimiento fue hecho como parte de un sondeo para estudiar características submarinas llamadas «marcas de viruela». Estas también son depresiones en el lecho marino, pero algo mayores, alcanzando un tamaño de 175 metros y 5 metros de profundidad.
Las marcas de viruela se hacen visibles gracias a un sonar montado en un barco, por lo que se conoce sobre su existencia desde al menos 1999. Hay 5.200 de ellas esparcidas por 1.300 kilómetros cuadrados del lecho cercano a Big Sur. Lo que las provoca es igualmente desconocido; y, dado que el área está siendo considerada para la ubicación de una granja eólica offshore, una mayor investigación era requerida.
Si, por ejemplo, los agujeros son causados por explosiones de gases como el metano —una de las teorías propuestas—, entonces esto podría afectar el posicionamiento de las turbinas de viento.
Por esta razón, un equipo de MBARI despachó un conjunto de vehículos submarinos autónomos, equipados con dispositivos de sonar, para trabajar en la zona. Así fue como se pudo descartar que se tratara de metano, dado que no se encontró ninguna evidencia que apuntara hacia esa dirección. Lo que sí se pudo determinar es que las marcas de viruela han estado inactivas por 50.000 años.
Además, en los datos enviados por los robots submarinos, los investigadores observaron otros agujeros, demasiado pequeños para ser detectados por sonares montados en embarcaciones, pero claramente visibles ahora gracias a la nueva tecnología. Para echar un vistazo más cercano y verificar el hallazgo, los investigadores enviaron vehículos operados remotamente (ROVs) equipados con cámaras.
El equipo llamó a estos agujeros «micro-depresiones» (para diferenciarlos de las más grandes marcas de viruela). Estas micro-depresiones parecen ser mucho más jóvenes que las marcas de viruela y tener lados más empinados. También tienen «colas» de sedimentos que están orientadas en el misma dirección en muchas áreas.
A la basura descubierta —bolsas y recipientes sobre todo— en muchas de las depresiones, se le suman otras cosas: piedras, abrazaderas de algas e incluso un cráneo de ballena.
Una de las hipótesis que maneja el equipo de investigación es que las criaturas marinas toman estos desperdicios para hacer sus hogares, moviéndolos y desplazando sedimentos para crear las micro-depresiones.
«La presencia de estos objetos provee micro hábitats para los peces, que fueron observados por los ROVs alterando el sedimento de finos granos, que luego es llevado por las corrientes del fondo marino, contribuyendo a excavar y erosionar los agujeros. Estas observaciones implican que la basura marina es al menos en parte responsable por 4.500 de las 15.000 micro-depresiones y provee pistas sobre cómo se generaron», apuntan los científicos de MBARI.
No obstante, el equipo destaca que esto no puede explicar todas las micro-depresiones, ya que algunas están limpias y no tienen ningún objeto en ellas. También agrega que estas estructuras no pueden ser consideradas como «marcas de viruela bebé», porque morfológicamente son distintas.
«En resumen, se necesita de más trabajo para entender cómo se generaron estos agujeros, y en eso estamos», concluye Eve Lundsten, uno de los científicos marinos de MBARI.
La investigación fue presentada en la reciente reunión de otoño 2019 de la Unión Americana de Geofísica.
Fuente: MBARI. Edición: ScienceAlert.