MISTERIO

El saludo vulcano y otras soluciones (terrestres) para frenar la pandemia


La generación nerd y los grupos etarios más vulnerables al COVID-19 conocen el recurso más efectivo para guardar la distancia social que permitirá aplanar la curva de contagio: el saludo vulcano acompañado por la frase: «larga vida y prosperidad».

Fue una iniciativa netamente trekkie: George Takei, el famoso Sr Sulu, timonel de la Enterprise en Star Trek (‘Viaje a las estrellas’), reclamó incorporar el saludo del Sr Spock, primer oficial de la nave, en tiempos de coronavirus.

Leonard Nimoy, el actor que interpretó al oficial vulcano, estrenó el saludo de su planeta natal en la segunda temporada de la serie. Es un gesto simpático, cómplice y afectuoso, que evita la incómoda maniobra de evasión del apretón de manos, el abrazo o el beso.

Esta recomendación es poco útil si te podés quedar todo el tiempo en tu casa, pero convengamos que el encierro absoluto es imposible: a la vuelta de la esquina nos vamos a cruzar con vecinos, compañeros de trabajo o alguien a quien hace tiempo no vemos. Si el abrazo parece inevitable, bastará mostrar la palma abierta separando en forma de «V» el dedo mayor y el anular. Si el saludo vulcano no te sale, podés ayudarte con la otra mano o recitar la fórmula: «yo te cuido, vos cuidame», seguida de una reverencia.

Todos estamos hartos de la omnipresencia del coronavirus en todas las conversaciones. Si es así, la historia del saludo vulcano te ayudará a hacer interesante la charla, que explica la simbiosis entre Leonard Nimoy, su criatura, el Sr. Spock, y la filosofía de Star Trek.

El origen del ademán

En 1967, Gene Roddenberry tuvo el guión del primer episodio de la segunda temporada en sus manos, Amok Time, escrito por Theodore Sturgeon. En ese capítulo, la serie presenta, por primera vez, la cultura vulcana en su propio hábitat.

Spock debía regresar a Vulcano, su planeta natal, para aparearse con su prometida «o morir en el intento»: el ritual estaba relacionado con el ciclo biológico de su planeta, el Pon farr, una condición que afecta cada siete años a todos los machos adultos nacidos en Vulcano.

Eso ocurría en la ficción. Pero en medio del rodaje, Nimoy consideró que su personaje necesitaba un saludo protocolar. Entonces, recordó una ceremonia que compartió con sus padres ucranianos y sus hermanos en una sinagoga ortodoxa.

El gesto procede de un ritual de los cohanim, los descendientes de los sacerdotes judíos que servían en el Templo de Jerusalén, quienes lo ejecutan con ambos brazos en horizontal y hacia adelante, a la altura del hombro. Él modificó el gesto: lo hizo con el brazo vertical y una sola mano, para hacerlo más parecido a un saludo. La idea de Nimoy fue aceptada. Hoy es la consigna de tres generaciones: desea longevidad y una vida próspera. Desea un futuro.

Otros saludos más terrestres

Naturalmente, el saludo vulcano no es comprendido por quienes están fuera del universo trekkie.

Los nuevos saludos y otros comportamientos protocolares para evitar el contagio adoptan las formas de cada cultura huésped o grupo social. En videos, fotos y gráficos didácticos, hemos visto que:

  • Una alta funcionaria de la OMS, Sylvie Briand, retuiteó el dibujo de las alternativas que hay, como el footshake, o toque con los pies, y el codo contra codo.
  • En China, las personas mantienen las manos en los bolsillos y se tocan unas a otras los pies (footshake) o se saludan mediante el «toque de codo».
  • En Pekín, la gente hace el gesto tradicional gong shou: hola = palma en el puño.
  • En Irán, donde personas de sexos opuestos no se estrechan la mano, adelantan el puño cerrado hacia el otro, que hace lo mismo sin que los dos puños entren en contacto.
  • En Australia, el ministro de Salud del estado de Nueva Gales del Sur invitó a los australianos a darse palmaditas en la espalda en vez de darse la mano.

Desde luego, las medidas de preprevención no se agotan en el saludo: evitar llevarse las manos a la cara, lavarse frecuentemente con agua y jabón, estornudar en la parte interior del codo, mantener higienizado nuestro ecosistema (desinfectar todo lo que pueda estar en contacto con las manos: celulares, picaportes, botones…), minimizar la interacción con otras personas y limitar al máximo el contacto con la potencial presencia del virus supone introducir cambios de comportamiento en todos los ámbitos sociales.

En el mundo del trabajo, las empresas distribuyen elementos de higiene entre sus empleados, minimizan el número de integrantes en reuniones presenciales, invitan al personal a trabajar en sus casas conectándose a Internet («teletrabajo»), se reúnen en videoconferencias y reemplazan las entrevistas físicas con proveedores o clientes por encuentros virtuales.

En la esfera religiosa, curas, pastores, imanes, rabinos y otros especialistas espirituales demuestran que su fe (menos ciega de lo que solíamos creer) no excluye desalentar procesiones y rituales masivos o abandonar liturgias típicas, como entregar la hostia consagrada, besar o tocar las manos y pies de las estatuillas de la Virgen o los santos; si tal comportamiento llegara a darse en la próxima Semana Santa, sería suicida y paradójico: lo que piden los promesantes a sus seres espirituales es protección.

La prevención es la única herramienta disponible para controlar la pandemia antes del desarrollo de un medicamento o una vacuna. Por eso, la Organización Mundial de la Salud y los ministerios de Salud de cada país han dispuesto un menú de recomendaciones para poner en práctica el «distanciamiento social», consistente en evitar los espacios públicos y limitar el movimiento de las personas, léase: cierre de shows, suspensión de viajes, cierre de fronteras y aislamiento.

Por Alejandro Agostinelli/Factor el Blog.





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