Batallas contra magos y círculos de demonios son mencionados en textos cristianos apócrifos
¿Has oído de la historia sobre una batalla de magos que supuestamente tuvo lugar cuando se construía una de las primeras iglesias? ¿O sobre cómo un guardia fronterizo desafió las órdenes del rey Herodes y perdonó la vida de Jesús? Ahora, por primera vez, académicos han traducido estas y otras historias apócrifas (no aceptadas en el canon bíblico) de textos cristianos.
Se sabe que existen más de 300 textos cristianos apócrifos. Según relata el experto Tony Burke en su libro recopilatorio New Testament Apocrypha More Noncanonical Scriptures (Eerdmans, 2020), «estos textos eran parte integral de la vida de los cristianos, incluso mucho después de que se cerrara el canon y se llamará a evitar e incluso destruir este tipo de literatura».
Batalla de magos
Uno de los textos recientemente traducidos al inglés, cuenta sobre la batalla contra «magos diabólicos» que intentaron destruir una ancestral iglesia construida en dedicación a la Virgen María en la ciudad de Filipos, Grecia.
«El texto está escrito en copto, un lenguaje egipcio que usa el alfabeto griego, y pudo tener su origen alrededor de 1.500 años atrás», explicó Paul Diley, profesor de estudios religiosos que lo tradujo.
La historia figura en dos textos sobre el Monasterio de San Macario de Egipto. En esos tiempos, gran parte de la población alrededor del Mediterráneo se había convertido al cristianismo, sin embargo, algunos conservaban sus creencias politeístas.
«Hubo una tendencia a identificar a los remanentes del politeísmo con ‘magoi’ o ‘magos’ que representaban un peligro para la comunidad cristiana, a veces abiertamente y otras clandestinamente», detalló Dilley.
En el texto, la Virgen María se presenta en un sueño al obispo Basilio (quien vivió del 329 al 379 d.C.) y le dice donde hallar una imagen de ella que «no ha sido hecha por manos humanas». También le ordena colocar la imagen en el santuario de su iglesia, sobre dos columnas que encontrará en las afueras del templo de Filipos.
«Estas dos columnas han existido desde el tiempo de los gigantes. Imágenes de demonios las cubren. No es posible que alguien pueda tirarlas abajo a menos que sea a través de la orden de mi amado hijo (Jesús)», dice la Virgen María en el texto.
En la historia, cuando Basilio llega al templo con un equipo, es confrontado por un grupo de magos. «Cuando ellos oyeron sobre estos planes (mover las columnas), salieron con gran perturbación y provocaron grandes ilusiones diabólicas».
El obispo entonces tomó una vara ubicada sobre la «señal de la cruz salvadora» y la colocó sobre las columnas. «La coloqué sobre las dos columnas e inmediatamente un gran temblor sucedió entre ellas. De repente, se levantaron de sus bases y rodaron hasta llegar al lugar del estadio de la ciudad», relata Basilio en el texto.
Pero los magos toman cartas en el asunto y surge una trifulca contra los hombres que acompañaban al obispo, deteniéndolos; a medida que llega la noche, Basilio y su grupo desisten y deciden tomarse un descanso.
Cuando Basilio se va a dormir, la Virgen María viene a él en otro sueño y vaticina que los magos serán derrotados: «Aquellos quienes hicieron este acto maligno de magia impertinente, contempla, están ciegos, agarrándose», dice.
Más tarde, luego que Basilio despierta, el agua brota de los costados de las columnas creando una corriente que milagrosamente cura a la gente. Los magos no fueron tan afortunados dado que «inmediatamente la tierra abrió su boca y se los tragó». El obispo, además, se encuentra con que la imagen ha sido puesta sobre las columnas por las propia Virgen María.
Hoy en día, las dos copias sobrevivientes de este relato están en la Biblioteca Apostólica del Vaticano y en la Biblioteca de la Universidad de Leipzig.
El guardia que ayudó a Jesús
Otros de los textos traducidos cuenta sobre un bandido de nombre Dimas (también llamado Dymas/Dismas), quien en su juventud, siendo un guardia fronterizo, ayudó a Jesús y su familia cuando estos huían a Egipto. El pasaje afirma que Jesús era un bebé en esos tiempos y su familia estaba escapando del rey Herodes que quería matar a Jesús.
«Este apócrifo está escrito en latín y data de entre el siglo XII y XIII», dice su traductor Mark Bibly, asistente senior y conferencista de estudios religiosos en la Universidad Estatal de California en Fullerton. Bibly destaca que durante la Edad Media había un número de historias que proclamaban ser sobre criminales crucificados junto a Jesús. En este caso, el texto habría sido escrito en un monasterio francés.
«Pienso que la trama es totalmente ficticia, una leyenda construida sobre al menos una decena de discretas leyendas anteriores», explica. El erudito nota que esta historia y otras del estilo «pueden haber sido creadas como una llamada implícita para que los jóvenes dejen sus familias, se unan a a los cruzados, y se conviertan en amigos de Jesús dentro y fuera de Tierra Santa».
La historia tiene lugar, de acuerdo a lo escrito, cuando Herodes estaba intentando hallar y matar a Jesús, y los guardias habían recibido órdenes de asesinar a cualquier infante varón que se cruzara en su camino. Dimas y su padre custodiaban la frontera entre Judea y Egipto.
El padre de Dimas se va a hacer una ronda y le instruye a Dimas que vigile la frontera cuidadosamente. Poco después, José y María arriban al lugar llevando a un pobremente vestido Jesús bebé. Dimas se acerca a la familia y le pregunta sobre el niño. María teme que el guardia le arrebate a su hijo, pero José logra convencerlo de dejarlos ir, arguyendo que su pobre familia no puede representar ninguna amenaza para el poderoso Herodes.
«Tu deber es vigilar a los hijos de los hombres ricos de esta región, quienes son capaces de envidiar su superioridad más adelante. Cuando ves gente escuálida y en miseria, no es apropiado de tu parte reprocharles con este tipo de conversaciones», dice José en el texto.
Dimas les permite cruzar la frontera e incluso provee a la familia con algo de comida. Cuando su padre regresa, se enfurece y dice: «¿Qué vamos a hacer ahora? Nuestro juramento nos impide mentir. Si él (el rey Herodes) me condena por traición, me matará en lugar de los niños».
Luego Herodes llama a Dimas, quien admite haber dejado escapar a esta familia. Entonces, tras perder su puesto, es desheredado por su padre y se convierte en un bandido.
«Expulsado de la casa de su padre y su vecindario, comienza a dedicarse al bandidaje, convirtiéndose en una tribulación, porque ha sido endurecido con armas y perversidad», dice el texto. Cerca de 30 años después, Dimas es capturado durante el gobierno de Poncio Pilato en Judea y es crucificado junto a Jesús (quién ahora es un adulto). Dimas confiesa sus pecados como bandido y es perdonado por Jesús.
La única copia sobreviviente de este texto está en la biblioteca Grand Séminaire en Namur, Bélgica.
Capturando demonios
Entre los apócrifos traducidos, también está uno en griego que cuenta cómo el apóstol Pedro atrapó siete demonios que se camuflaban como ángeles en la ciudad de Azotus (también llamada Asdod, en lo que ahora es Israel).
A pesar que la historia data del siglo XI o XII, originalmente fue escrita siglos antes, tal vez hace 1.600 años. «La narrativa resuena con el contexto de las especulaciones del cuarto o quinto siglo sobre los pecados, pero pierde forma y carece de la reglamentación que parece presente en las primeras fases de su desarrollo», escribe Cambry Pardee, profesor de religión de la Universidad de Pepperdine en Londres.
El autor del texto «estaba escribiendo un trabajo de ficción, valorizando las aventuras del gran héroe cristiano Pedro», señala el profesor. «Y mientras los eventos son ficticios, es muy probable, pienso, que muchos cristianos creyeran que esta leyenda, ya sea en su forma escrita u oral, era un relato sobre algo real, una historia perdida sobre el apóstol».
En el texto, Pedro, quien sospecha de los «ángeles», marca un círculo alrededor de ellos y declara: «Mi Señor Jesucristo, deja que tu gloria sea revelada a través del Espíritu Santo. ¿Son estos, como ellos mismos dicen, ángeles de tu divinidad o son, por el contrario, espíritus que odian el bien?»
Seis de estos seres admiten ante Pedro que son los demonios del engaño, la inmoralidad sexual, la falsedad, el adulterio, la avaricia y la calumnia. Pero el séptimo demonio desafía a Pedro y le cuestiona por qué los demonios son tratados tan mal comparados con los humanos, señalando que los pecados humanos son perdonados por Cristo pero aquellos de los demonios no: «Tienes la parcialidad de Cristo; razón por la cual nos castiga a nosotros, pero él los perdona a Uds. cuando se arrepienten. Por lo tanto, cuando él lleva a una prostituta, a una recaudador de impuestos, a un negador, a un blasfemo y a un calumniador a su reino, también debería llevarnos a todos nosotros».
El demonio también nota que los humanos deberían dejar de culparlos por sus errores. «Yo, el diablo, no soy vuestro problema, sino que Uds. caen por sí mismos. Por lo que me he vuelto débil y sin vigor. Ya no tengo lugar, porque toda la gente se ha vuelto cristiana. Déjalos que se cuiden solos y que no nos culpen», cierra el séptimo demonio. Entonces Pedro los deja ir a todos.
La única copia sobreviviente de este texto está en la Biblioteca Angelica en Roma.
Fuente: Live Science. Edición: MP.