Arqueólogos encuentran una muralla defensiva romana construida para atrapar a Espartaco
Espartaco fue un gladiador tracio que lideró la mayor rebelión de esclavos contra la República Romana conocida como la Tercera Guerra Servil o la Rebelión de Espartaco (73-71 a.C.).
Los gladiadores eran esclavos de las regiones sometidas por Roma que, comprados por mercaderes, peleaban en combates —a menudo a muerte— en los anfiteatros para el entretenimiento de la plebe romana. Espartaco, junto con otros esclavos gladiadores, ideó un plan de escape que desembocó en un estallido que amenazó con extenderse por toda la península.
Por esta última razón, los romanos emplearon diversas estrategias defensivas y de contención. Por ejemplo, las crónicas afirman que se erigió una muralla en la región sur de Italia, una de las principales áreas de operación de Espartaco. Su función principal era impedir el movimiento de estas tropas de guerrilla hacia el norte de Italia y confinar la rebelión en una zona donde fuera más fácil de atacar y derrotar.
Ahora, un equipo de arqueólogos y geofísicos ha revelado un emocionante descubrimiento en el bosque Dossone della Melia, ubicado en el centro-sur de Calabria, que parece confirmar la ubicación exacta de esta barrera defensiva.
«Esta muralla, originalmente acompañada de una profunda zanja característica del sistema romano de fossa y agger, ha sido identificado de manera concluyente como parte de las estructuras construidas por el general romano Marco Licinio Craso para contener al líder de la revuelta de esclavos, Espartaco, y a sus fuerzas», dijo en un comunicado el Dr. Paolo Visona, quien encabezó el equipo que identificó esta obra de terraplén que se extiende por más de 2.7 kilómetros.
El hallazgo de numerosas armas de hierro rotas, incluyendo empuñaduras de espadas, grandes hojas curvas, puntas de jabalina, una punta de lanza y otros restos metálicos, indica que tuvo lugar una batalla en el sitio. Según Visona, esto sería evidencia de que Espartaco atacó el muro en su intento por escapar de la trampa que Craso había construido para él.
«El descubrimiento fue posible gracias a una pista proporcionada por un grupo local de ambientalistas que conocían la existencia de esta larga construcción, pero no sabían qué podía ser. El equipo investigó la muralla y su zanja utilizando radar de penetración terrestre, LiDAR, magnetometría y muestreo de núcleos de suelo», detalló el experto.
Visona fue acompañado en su labor por el profesor George M. Crothers de la Universidad de Kentucky, un antropólogo y especialista en geofísica; a Margo T. Crothers, estudiante de segundo año en la Universidad de Washington en San Luis; y a James R. Jansson, miembro de la Fundación para la Arqueología Calabresa y de larga data del Instituto Arqueológico de América.