Encuentran extrañas rocas exógenas en el asteroide Bennu
Piezas de otro asteroide más grande aparentemente terminaron en el actual objeto de estudio de la misión OSIRIS-REx de la NASA. ¿Cómo llegaron hasta allí?
La apariencia de basurero cósmico de Bennu ha desconcertado a los científicos desde hace casi dos años, cuando la sonda arribó al asteroide para estudiarlo. Ahora, un nuevo hallazgo ha revelado información sobre el violento pasado de este cuerpo y cómo se formó a partir de una enorme colisión.
«Encontramos seis rocas que varían en tamaño de 1,5 a 4,3 metros esparcidas por el hemisferio sur de Bennu y cerca del ecuador», dijo Daniella DellaGiustina del Laboratorio Lunar y Planetario de la Universidad de Arizona, Tucson. «Estas rocas son mucho más brillantes que el resto de Bennu y combinan con el material de otro asteroide mayor: Vesta».
La nave espacial Dawn de la NASA visitó Vesta por 14 meses entre 2011 y 2012, y utilizando los datos de esta vieja misión, los expertos fueron capaces de encontrar correspondencias entre las misteriosas rocas sobre Bennu y lo que se había observado en la superficie de Vesta.
Rocas brillantes
Las rocas inusuales en Bennu llamaron la atención del equipo por primera vez en imágenes de las cámaras OCAMS de OSIRIS-REx. Parecían extremadamente brillantes, con algunos casi diez veces más brillantes que su entorno.
Analizaron la luz de las rocas utilizando el instrumento OVIRS de OSIRIS-REx para obtener pistas sobre su composición. Un espectrómetro separa la luz en los colores que la componen. Dado que los elementos y compuestos tienen patrones distintivos de brillo y oscuridad en una gama de colores, se pueden identificar mediante un espectrómetro. La firma de las rocas era característica del mineral piroxeno, similar a lo que se ve en Vesta y los vestoides, asteroides más pequeños que son fragmentos de Vesta cuando sufrió impactos significativos de asteroides.
«Nuestra hipótesis principal es que Bennu heredó este material después de que un vestoide golpeara a su cuerpo progenitor», señaló Hannah Kaplan del Centro de Vuelo Espacial Goddard de la NASA en Greenbelt, Maryland. «Luego, cuando el asteroide padre fue destruido catastróficamente, una parte de sus escombros se acumuló bajo su propia gravedad en Bennu, incluida parte del piroxeno de Vesta».
Otras posibilidades
Por supuesto, es posible que las rocas se formaran en el asteroide padre de Bennu, pero el equipo cree que esto es poco probable. El piroxeno típicamente se forma luego que el material rocoso se derrite a altas temperaturas, y Bennu está hecho de rocas con minerales de gran contenido de agua que no podrían haber existido en tal ambiente.
El impacto necesario para derretir suficiente material para crear grandes rocas de piroxeno sería tan significativo que habría destruido el cuerpo padre de Bennu», especificó el comunicado publicado por la NASA al respecto. «Entonces, el equipo descartó estos escenarios y en su lugar consideró otros asteroides ricos en piroxeno que podrían haber implantado este material en Bennu o su progenitor».
Mezclas cósmicas
Y mientras el avistar piezas de un asteroide en otro puede sonar como sacarse la lotería, en realidad no es tan inusual que un asteroide tenga material de otro salpicado sobre su superficie. Por ejemplo, existe material oscuro en las paredes del cráter visto por la nave espacial Dawn en Vesta, una roca negra vista por la nave espacial Hayabusa en Itokawa, y, muy recientemente, material de asteroides de tipo S observado por Hayabusa2 en Ryugu.
Research published in @NatureAstronomy proposes that Ryugu’s parent may have collided with an S-type asteroid, resulting in boulders on Ryugu from a different asteroid type. This suggests Ryugu’s parent may differ from that of Bennu, visited by @OSIRISREx. https://t.co/N8C7taVTuw
— HAYABUSA2@JAXA (@haya2e_jaxa) October 2, 2020
Lo que toda esta actividad muestra es que las órbitas de los asteroides cambian constantemente a medida que los planetas y otros objetos alteran sus rutas espaciales. A veces, esto puede generar colisiones entre los asteroides, como bien están notando las sondas enviadas.
Otros estudios sugieren que, antes de hallar su órbita cercana a la Tierra, Bennu solía habitar en el cinturón principal de asteroides entre Marte y Júpiter. Hay dos familias de asteroides del cinturón interno (Polana y Eulalia), oscuras y ricas en carbono, similar a la composición que habría tenido el progenitor de Bennu.
Asimismo, la formación de los vestoides está ligada a la formación de las cuencas de impacto de Veneneia y Rheasilvia en Vesta, hace aproximadamente dos mil millones de años y hace aproximadamente mil millones de años, respectivamente.
«Los estudios futuros de familias de asteroides, así como el origen de Bennu, deben reconciliar la presencia de material similar a Vesta, así como la aparente falta de material de otros tipos de asteroides. Esperamos la muestra devuelta, que con suerte contiene piezas de estos tipos de rocas intrigantes», dijo Dante Lauretta, investigador principal de OSIRIS-REx en la Universidad de Arizona en Tucson.
La nave espacial hará su primer intento de tomar muestras de Bennu el próximo 20 de octubre y las traerá de regreso a la Tierra en 2023 para un análisis detallado.
Fuente: Space.com. Edición: EP/Infobae.