MISTERIO

Si los viajes espaciales expanden el cerebro, tal vez necesitemos tener un cráneo alienígena


Recientemente, una investigación ha demostrado que los viajes espaciales de larga duración no sólo provocan los ya conocidos problemas en la visión de los astronautas, sino que también causan cambios en el volumen cerebral. ¿Puede llevar esto a que los exploradores humanos del futuro desarrollen cráneos más grandes, similares a aquellos descritos para seres extraterrestres?

Desde los antiguos «dioses» hasta los seres de otros mundos que presuntamente abducen humanos en tiempos modernos (los llamados «grises»), parecen poseer grandes cabezas. Ahora un estudio científico parece respaldar el porqué de esta característica física.

La nueva investigación, publicada en Radiology, y realizada al examinar a 11 astronautas de la Estación Espacial Internacional, ha concluido que los viajes espaciales de larga duración alteran el volumen del cerebro y deforman la glándula pituitaria. Algunos de estos cambios se mantendrían por lo menos un año después de haber finalizado el viaje, lo que sugiere, según los autores, que se trata de efectos permanentes.

«Cuando estás en microravedad, fluidos como la sangre venosa no van hacia las extremidades inferiores, sino que se redistribuyen hacia arriba», ha explicado en un comunicado Larry A. Kramer, investigador de la Universidad de Texas (Estados Unidos) y director del estudio. «Este puede ser uno de los mecanismos que causan los cambios que estamos observando en el ojo y el compartimento intracraneal».

Sangre en la cabeza

Las imágenes que llegan desde la Estación Espacial Internacional muestra a los astronautas congestionados, con la piel de sus rostros extrañamente elevada, a causa de las condiciones de microgravedad. La sangre, que en la superficie de la Tierra se acumula en la parte inferior del cuerpo, en el espacio aumenta su presión en la cabeza, como si en la Tierra su cuerpo estuviera invertido. Por ello, los astronautas que pasan mucho tiempo en el espacio pueden desarrollar problemas de visión: la presión sanguínea acaba contrayendo el nervio óptico, causando hemorragias en la retina o deformando la estructura de los ojos.

Cerebro de un astronauta antes (izquierda) y después del vuelo (derecha). Crédito: Radiological Society of North America.

En esta ocasión, los exámenes a los astronautas que pasaron por la Estación Espacial Internacional, por medio de técnicas de resonancia magnética, han revelado que las misiones de larga duración aumentan el volumen del fluido cerebro-espinal, que rellena huecos dentro del cerebro y la médula espinal, y el volumen de la materia blanca.

Alteraciones en la glándula pituitaria

Además, la glándula pituitaria, una parte del cerebro del tamaño de un guisante con un papel central en la regulación del metabolismo, se aplana y encoge, probablemente debido a la existencia de presiones intracraneales anómalas durante periodos prolongados de tiempo.

Cambios en la glándula pituitaria de dos astronautas (arriba y abajo). Crédito: Radiological Society of North America.

También se ha observado un aumento del flujo del líquido cerebro-espinal y el crecimiento de los ventrículos laterales, dos de los espacios por los que circula. En la Tierra, el aumento del flujo está asociado con demencia, problemas al caminar o para controlar la vejiga, si bien estas dificultades no se han observado en astronautas hasta ahora.

Evolución para la exploración espacial

Los científicos piensan que, siglos después que establezcamos una presencia estable en Marte, aquellos humanos que nazcan allí irán evolucionando y se adaptarán a las condiciones del planeta rojo. Por ejemplo, la menor gravedad y la mayor radiación, producirán humanos más robustos, altos y con la piel más oscura.

¿Será así el aspecto de los humanos del futuro?

Del mismo modo, podrían deducirse los hábitats de aquellos seres cabezones y de grandes ojos descritos en innumerables encuentros cercanos. Sus grandes cabezas podrían ser el resultado de largas exposiciones a los viajes espaciales y ambientes microgravitacionales. Tal vez estos seres, de hecho, tienen como modo de vida la exploración continua del universo, algo coherente con grandes ojos negros acostumbrados a la oscuridad del espacio.

La hipótesis del antiguo astronauta sostiene, incluso, que la ancestral práctica de deformación craneal —registrada en varias culturas alrededor de nuestro mundo—, o los elongados tocados y coronas de las élites gobernantes de antaño, habrían estado motivados por el aspecto de aquellos «seres de las estrellas» que bajaron para instruir e interactuar con el hombre.

Aspecto de los seres alienígenas descritos en la abducción de Travis Walton (1975).

Y, siguiendo el mismo ángulo teórico, también se ha sugerido que los tripulantes de algunos ovnis no serían extraterrestres… sino humanos del futuro.

Fuente: Mysterious Universe/ABC.





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