MISTERIO

¿Por qué China siempre es el centro de epidemias y pandemias?


La sobrepoblación, la negligencia gubernamental y el abastecimiento de alimento no regulado, forman el caldo de cultivo ideal para el brote de peligrosas enfermedades contagiosas que, en un mundo globalizado, ponen en peligro a todos los humanos.

Desde finales de 2019 hasta el momento de escribir este artículo, el coronavirus de Wuhan (covid-19) ha estado asolando China y de ahí al mundo occidental, con el riesgo de iniciar una gran pandemia.

Y si bien la mortandad del nuevo coronavirus es considerada baja —o al menos no tan alta como la paranoia de los medios indica—, es sin duda una señal de alarma. Si no se toman las medidas adecuadas y lees este artículo en el futuro, tal vez se trate de otro virus en ese entonces, más peligroso y mortal, cuyo origen es nada más y nada menos que el gigante asiático, China. Pero… ¿por qué? ¿Qué hace a China tan susceptible a los brotes infecciosos?

Primero veamos algunos ejemplos en el historial:

1957, Gripe Asiática: Los primeros casos de esta gripe se detectaron en febrero de 1957 en la provincia china de Guizhou (suroeste). El virus se propagó luego por China y toda Asia y luego a escala mundial para provocar la más importante pandemia desde la gripe española de 1918, con un total estimado de 1,1 millón de muertos (cifra citada por el organismo estadounidense de vigilancia y prevención de enfermedades CDC).

1968, Gripe de Hong Kong: Un nuevo virus gripal de tipo A (uno de los tres tipos de gripe estacional) se propagó a partir de julio de 1968 en Hong Kong, donde infectó a medio millón de personas, es decir, el 15 % de la población, antes de extenderse a Asia y luego a Estados Unidos en otoño y Europa.

Esta pandemia provocó una fuerte movilización internacional, coordinada por la OMS. Desde noviembre de 1968 se han desarrollado vacunas eficaces.

El balance de esta pandemia se estima en un millón de muertos (cifra citada por el CDC).

1997, Gripe Aviar A(H5N1): La gripe aviar A(H5N1) mató por primera vez en Hong Kong en 1997, causando la muerte de seis personas. Luego reapareció en 2003 en Asia suroriental, con un total de 282 muertes en 468 casos en 15 países (balance 2003-2009 de la OMS).

Pero este virus afecta principalmente a las aves, sobre todo en las aves de corral, y las infecciones en los seres humanos se deben a contactos directos con esos animales. Por lo tanto, no se puede hablar de una epidemia humana de gripe aviar, ya que la transmisión entre humanos fue mínima. El temor en aquel entonces fue una evolución del virus hacia una forma fácilmente transmisible de hombre a hombre.

2003, el SRAS: El virus del SRAS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo) emerge a fines de 2002 en el sur de China después de haber sido transmitido del murciélago, su «reservorio natural», al hombre por la civeta de las palmeras enmascarada, un mamífero salvaje que se vende en los mercados del sur de China para su carne.

Ese «coronavirus» (virus en forma de corona) fue terriblemente contagioso. A partir de la primavera de 2003, generó una verdadera psicosis en Asia, principalmente en China, Hong Kong y Singapur. La Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el 12 de marzo una alerta sanitaria internacional.

La epidemia dejó 774 muertos de un total de 8.096 personas afectadas en una treintena de países. China y Hong Kong concentraron el 80 % de las víctimas.

2018, Fiebre Porcina Africana: Esta enfermedad devasta la población de cerdos en China, reduciendo su número en un 40 % y afectando el suministro de comida en China.

2019, Coronavirus de Wuhan (Covid-19): A finales de 2019, y tras al menos uno o dos meses de intentar silenciar el brote oficialmente, se empieza a propagar un nuevo coronavirus surgido, según la versión más aceptada*, en un mercado de la ciudad china de Wuhan, donde se comercializan animales exóticos para su consumo.

Hasta ahora ha matado al menos a 2.850 personas en todo el mundo, la gran mayoría en China continental.

Así se ve el coronavirus (COVID-19) desde el microscopio.

*Otra teoría dice que este coronavirus se «creó» en el Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Wuhan, un laboratorio de investigación donde se trabaja con microorganismos extremadamente peligrosos.

El mercado de alimentos chino, el origen

A medida que China se transformó en una potencia mundial mayor en las últimas décadas, alimentar a un país de 1.400 millones de habitantes ha probado ser un desafío de grandes proporciones. La nación depende de una red de pequeños granjeros para su comida; la tierra fue redistribuida a cabezas de familias bajo el mandato de Mao Zedong en los 1970s y, más recientemente, China ha apuntado a industrializar su sistema de alimentos.

«Por muchos años, el gobierno chino ha estado haciendo esfuerzos por impulsar la modernización de la agricultura, incluyendo a granjas a larga escala», explica Darin Friedrichs, analista de la organización de servicios financieros INTL FCStone en Shanghái.

Pekín ha promocionado el comprar alimentos en supermercados luego que se esparciera el SRAS, que emergió de un mercado de animales en Guangzhou (Cantón). Posterior al brote de influenza en 2013, el gobierno intentó infructuosamente el prohibir las ferias de animales (donde se venden animales vivos), pero fue forzado a reabrir algunas de ellas luego que surgieran mercados negros aún más peligrosos en su lugar.

«Pero los escándalos —leche en polvo contaminada, falsas algas y calamares— han socavado los esfuerzos de modernización gubernamentales, comprometiendo la confianza de los consumidores en la producción masiva de alimentos, quienes continuaron yendo a las ferias de animales a lo largo y ancho del país para acceder a carne más económica y fresca», señala Si Zhenzhong, experto en seguridad alimenticia de la Universidad de Waterloo en Ontario, Canadá.

«Las ferias de animales siguen siendo un recurso viable para los pequeños granjeros que no pueden vender a las grandes cadenas de supermercados», continúa Friedrichs. «Y muchos consumidores prefieren comprar en sus mercados locales».

Post Mao: «La tierra fue redistribuida a cabezas de familias bajo el mandato de Mao Zedong en los 1970s y, más recientemente, China ha apuntado a industrializar su sistema de alimentos».

De hecho, los mercados locales cuentan por hasta la mitad de bienes alimenticios de China. Sin embargo, esto de por sí no representa un riesgo para enfermedades, lo que lo hace es que se vendan en ellos animales vivos. Las enfermedades pueden transmitirse entre animales durante el transporte, y de ellos a los humanos en los mercados, lo que hace que este tipo de comercio sea un caldo de cultivo para brotes infecciosos.

Y a pesar que China, con el brote del nuevo coronavirus, ha prohibido temporalmente la venta de animales vivos, los especialistas piensan que es algo que debería detenerse para siempre. «El patrón (de brotes infecciosos) se seguirá repitiendo hasta que se prohíba la venta de animales vivos, no solo en China, sino en otros países, específicamente para alimento o mercados de alimentos», dice Christian Walzer, jefe veterinario global para la Sociedad Conservadora de Vida Silvestre.

La proximidad de humanos y animales incrementa la posibilidad del contagio de enfermedades zoonóticas.

«Los animales silvestres transportan enfermedades que ordinariamente no entran en contacto con los humanos», añade.

Otro experto, Jeroen Dewulf, veterinario de la Universidad de Ghent en Bélgica, dijo a The Guardian que «los animales vivos son la fuente de infección más grande, porque representan la forma más eficiente y sencilla de introducir enfermedades nuevas a los humanos».

Teniendo lo anterior en cuenta, China se ha comenzado a tomar las cosas más en serio. Días atrás, el presidente Xi Jinping publicó un comunicado prometiendo «prohibir  decididamente y terminar con los mercados ilegales de compra y venta de animales salvajes».

Pero es muy probable que prohibir este tipo de ventas y regular las ferias de animales acarree nuevos problemas, tales como los mercados negros para tales bienes —algo en lo que China se destaca a nivel global siendo el origen de la mayoría de las mercancías falsificadas—. De acuerdo a los especialistas, China necesita reforzar sus regulaciones existentes y hacer inspecciones más regulares por parte del Centro de Control y Prevención de Enfermedades.

«Lo que las “ferias de animales” en China requieren es un regulación basada en evidencia científica, en lugar de solo ser abolidas y enterradas bajo tierra», concluyen los antropólogos Christos Lynteris y Lyle Fearnley, quienes han estudiado los brotes, en una artículo publicado recientemente en The Conversation.

Desafíos locales

Pero reforzar las regulaciones a nivel local es una tarea complicada dada la creciente influencia del gobierno central chino. Los líderes locales están más incentivados a complacer a Pekín que a levantar señales de alarma. Las autoridades de Wuhan han sido acusadas de no comunicar la severidad del coronavirus más temprano, y varios funcionarios han admitido «fallas y deficiencias» en responder al brote.

Ahora el aparato entero de China parece estar movilizado detrás de la contención de la enfermedad: un área con la población igual a California y Nueva York combinadas bajo completa cuarentena, nuevos hospitales siendo construidos en tiempo récord —y seguramente de forma precaria e improvisada—, y una nación entera paralizada por restricciones de viaje.

Desafíos globales

Es un hecho evidente que hay muchas más personas en este planeta que nunca antes —la población global es de 7.700 millones y continúa en ascenso— y también estamos viviendo cada vez más cerca los unos de los otros.

Más gente ocupando menos espacio significa un mayor riesgo de exposición a los patógenos que causan enfermedades.

El coronavirus que surgió en Wuhan, China, parece ser transmitido entre los humanos por las gotitas despedidas cuando las personas tosen o estornudan. El virus puede sobrevivir por corto tiempo fuera del cuerpo, así que el emisor y el receptor deben estar relativamente cerca para que se produzca el contagio.

Pero no todos los virus se pasan de humano a humano. El zika, por ejemplo, se contagia por picadura de mosquitos a humanos pero también se beneficia de la cercanía entre las personas. Prosperan en zonas urbanas donde pueden alimentarse de la sangre humana y se reproducen en lugares densamente poblados, húmedos y cálidos.

«Más gente ocupando menos espacio significa un mayor riesgo de exposición a los patógenos que causan enfermedades».

Desde 2007, más humanos han vivido en ciudades que fuera de ellas. Más de 4.000 millones de personas viven ahora en 1 % de la masa terrestre de la tierra. Y muchas de las ciudades a las cuales nos estamos mudando no están preparadas para nosotros. Así que muchas personas terminan en zonas marginadas, sin acueducto ni un sistema de aguas residuales adecuado, permitiendo la rápida propagación de las enfermedades.

Para más inri, el rápido transporte del que disponemos en esta era (aviones, trenes y automóviles) significa que un virus puede viajar de una ciudad superpoblada a otra del mundo en menos de un día. Esto queda evidenciado, por ejemplo, en las pocas semanas que tardó el nuevo coronavirus en llegar a más de 16 países.

Paradójicamente, y agregando el componente del impacto del cambio climático producido por el hombre, un estudio firmado por 11.000 científicos ha sugerido que la población del mundo debe ser estabilizada —e idealmente REDUCIDA— dentro de un marco que asegure la integridad social.

Aunque hay quien dice que, más que reducir la población, el desafío global sería distribuirla correctamente, al tiempo que se establece un mayor equilibrio con el mundo natural que nos rodea y se implementan políticas de educación pertinentes (entre ellas las sanitarias que aseguren que no suceda lo que sucede en China con las ferias de animales).

Fuentes: Fortune/BBC/Infobae.





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