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María Orsic, la mujer que ayudó a crear el mito de «los ovnis de Hitler»

Tras la Primera Guerra Mundial, una deteriorada y humillada Alemania buscó desesperadamente exacerbar el nacionalismo a través del poder de los símbolos y la antigua mitología germánica. En este contexto surgieron grupos ocultistas tales como la Sociedad Teosófica y la Sociedad Thule que contribuyeron a la utópica búsqueda, incluso llegando al punto de creerse receptores de un mensaje extraterrestre.

María Orsic, una de las damas esotéricas del III Reich.

La Sociedad Thule fue creada por el masón y esoterista Rudolf von Sebottendorff. Esta organización tuvo amplios ribetes políticos, patrocinando al Partido Obrero Alemán (DAP), que más tarde Adolf Hitler transformaría en el Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores (NSDAP).

Se cuenta que en diciembre de 1919, el entonces jefe de la Sociedad Thule, Karl Haushofer, invitó a muchos respetados ocultistas a una reunión en una recóndita masía a los pies de los Alpes, cerca de Berchtesgaden. Entre los invitados figuraban representantes de los Caballeros Templarios y un especialista en artefactos de oriente.

Durante la reunión, Haushofer reveló una sorpresa a la concurrencia. Dos jóvenes y excepcionalmente bellas mujeres. Una de ellas era muy tranquila. Apenas tenía 18 años de edad y, por alguna razón, su verdadera identidad fue mantenida en secreto. Fue introducida a los asistentes bajo el nombre de «Sigrun». La otra mujer era una tal María Orsic.

La Sociedad Thule, en su vertiente política, contribuiría claramente a la imposición de poderosos símbolos.

Aparte de su agraciada apariencia, ambas mujeres tenían un cabello suelto y muy largo, algo que se oponía a la moda de la época, donde el cabello recogido era lo más común.

Haushofer afirmó que estas féminas eran «trance-médiums», y anunció a viva voz que María había recibido un mensaje proveniente de una civilización extraterrestre. Parte de este mensaje estaba por escrito gracias al fenómeno paranormal de la escritura automática, que le permitió a una María en trance plasmar en papel lo dictado por las entidades alienígenas.

Las páginas mostraban extraños símbolos. Los exegetas de la Sociedad Thule concluyeron que una estaba escrita en un código templario secreto y la otra en antiguo sumerio. Según la traducción, los textos contenían conocimientos asombrosos que incluían instrucciones para construir ¡un motor de anti-gravedad!

María explicó que la civilización con la que contactó tenía su origen en la constelación de Taurus. En particular, en un planeta que orbitaba la estrella llamada Aldebarán (a 65.1 años luz de la Tierra). El motor descrito trabajaba con una fuente de energía llamada «vril», la cual se llegó a afirmar que era capaz de alterar el tiempo.

Y mientras la Sociedad Thule estaba enfocada en la mediumnidad y el contacto con el más allá, su principal interés era encontrar una alternativa a la revolución industrial inhumana que afectaba a la sociedad alemana. La tecnología anti-gravedad era, de acuerdo a María, un «regalo» de esta avanzada raza para la humanidad, para que la energía sea abundante para todos y ya no haya necesidad de guerras.

No obstante, Thule también quería construir el motor por su potencial para viajar en el tiempo. Soñaban con volver al pasado para visitar los tiempos cuando «los dioses caminaban sobre la tierra» y aprender de ellos.

La gente superior de Aldebarán

Millones de años atrás, la gente de Aldebarán había evolucionado para utilizar la «energía vril» —una energía salida del propio espacio, «de la nada», que permitía sortear los límites naturales de la gravedad y las anomalías espacio-temporales—. Ellos desarrollaron habilidades mentales que le permitían interactuar con este tipo de energía, ya sea con fines creativos o destructivos.

En el curso de la vida de su estrella, esta se expandió y se volvió una gigante roja. Esto causó que las condiciones ambientales en los planetas habitados del sistema Aldebarán se pusieran en peligro, degenerando a sus habitantes y haciéndoles perder las habilidades mentales que les permitían valerse de la energía vril.

Aldebarán es la estrella más brillante en esta imagen de la zona central de la constelación de Tauro.

Pronto, la élite del planeta desde donde María recibió el mensaje decidió que aquellos puros de raza qué aún no habían perdido sus habilidades se aislaran del resto que sí, considerados como inferiores debido a eso.

Posteriormente, a medida que las condiciones planetarias empeoraron, los aldebaranos decidieron evacuar la raza entera —tanto los linajes puros como los inferiores— a otros mundos habitados. La Tierra fue uno de ellos.

Se dice que habitaron la Tierra, siendo los dioses de la antigüedad, hasta que un cataclismo afectó el planeta y se vieron obligados a refugiarse bajo tierra, en cavidades subterráneas localizadas en el continente antártico. Desde entonces, vigilan a la raza humana e intentan controlar su destino.

Al menos, esa es la historia que la Sociedad Thule intentó vender.

La raza que viene

Pero… ¿de dónde viene la palabra vril? Y la respuesta no pertenece a ningún dominio de la realidad. Vril es un término utilizado en la novela de ciencia-ficción The Coming Race o Vril: The Power of the Coming Race (1871), del autor Edward Bulwer-Lytton. Varios lectores teosofistas creyeron que era un relato verídico sobre la existencia de una raza superior que habitaba en las profundidades de la Tierra y que utilizaba una energía llamada —¡oh casualidad!— vril.

Y aunque existen documentos que avalan el hecho que los nazis buscaron entradas a ciudades subterráneas, que hicieron expediciones a la Antártida (¿buscando a los aldebaranos?), y que investigaron avanzadas e innovadoras tecnologías de propulsión, lo cierto es que no existe evidencia seria para sostener algo como la energía vril o un motor de anti-gravedad.

Estas tecnologías no solamente aparecen en ficción,​ sino también en varios textos históricos negacionistas y en teorías conspirativas. Suelen aparecer en conexión con el nazismo esotérico, una ideología que supone la recuperación nazi con fines sobrenaturales o paranormales.

De hecho, teniendo en cuenta que todos los jerarcas nazis pertenecían a la Sociedad Thule, es difícil de creer que si se lograron construir naves que utilizaran esta misteriosa energía como fuente de poder, no fueran utilizadas en el campo de batalla, algo que, seguramente, le habría dado la ventaja a los nazis. Al parecer, 20 años —desde los textos «escritos» por María en 1919 hasta el inicio de la 2GM en 1939— no fueron suficientes…

Entonces podemos concluir que María Osrich no fue más que una encantadora «médium» utilizada por los hábiles magos oscuros de Thule para recrear y redefinir el sentimiento del pueblo alemán. La idea, innegablemente, era impactante: los alemanes como descendientes directos en este planeta de los «dioses» de Aldebarán, con el subsecuente derecho a reinar sobre las otras razas

Fuente: https://mysteryplanet.com.ar/site/maria-orsic-la-mujer-que-ayudo-a-crear-el-mito-de-los-ovnis-de-hitler/

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