MISTERIO

Los tardígrados usan un escudo fluorescente para protegerse de la radiación UV


Los científicos han hallado otra sorprendente característica que hace a estas adorables criaturas casi indestructibles.

Fluorescencia en tardígrado.

Crédito: Harikumar R. Suma y Sandeep M. Eswarapp.

Los rechonchos tardígrados —también llamados osos de agua— son conocidos por su resistencia, capaces de soportar calor, frío y presiones extremas, como así también el vacío del espacio exterior. Además, sobreviven a niveles de radiación que matarían a otras formas de vida. Ahora, los científicos han hallado nuevas evidencias sobre esto último.

Experimentos con tardígrados del género Paramacrobiotus, revelaron una fluorescencia que parece blindarlos como si fuera una capa de protector solar, transformando los dañinos rayos ultravioletas (UV) en luz azul inofensiva, según se lee en un nuevo estudio publicado.

La biofluorescencia le otorga a diversas criaturas un semblante resplandeciente. Esta difiere de la bioluminiscencia, la cual se enciende a través de reacciones químicas entre los compuestos en el cuerpo del animal, comúnmente desencadenadas gracias a una enzima llamada luciferasa —como la responsable de la «magia lumínica» de las luciérnagas—.

Pero en los animales fluorescentes, su brillo —usualmente rojo o verde— no es el resultado de una reacción química. En su lugar, la fluorescencia es generada cuando moléculas dentro de las células de las criaturas absorben partículas de luz, o fotones, de rayos invisibles UV y luz de baja energía en longitudes de onda más largas. Existen tortugas, ranas, camaleones, medusas, escorpiones, loros, y nemátodos con esta característica. Y, de acuerdo al reciente estudio liderado por Sandeep M. Eswarappa, del Departamento de Bioquímica del Instituto de Ciencia en Bangalore, también tardígrados.

Resistencia a la radiación

No obstante, poco se conoce sobre cómo los tardígrados usan este resplandor. Para la nueva investigación, los autores se preguntaron si la fluorescencia en los diminutos osos de agua podría estar relacionada con su tolerancia a la radiación.

Los científicos probaron la resistencia UV en dos especies de tardígrados: la Paramacrobiotus y la Hypsibius exemplaris. Para ello, ambas fueron expuestas a 15 minutos de radiación a niveles lo suficientemente altos para matar a la mayoría de los microorganismos conocidos.

Crédito: Harikumar R. Suma y Sandeep M. Eswarapp.

Como resultado, los científicos observaron que los tubos de ensayo con los Paramacrobiotus brillaban con una luz fluorescente, sobreviviendo los animales hasta 30 días tras la exposición germicida. En cambio, los H. exemplaris murieron en cuestión de 24 horas.

«No hubo diferencia en la supervivencia de estas dos especies de tardígrados cuando no fueron tratadas con radiación UV», comentó Eswarappa.

Posteriormente, los investigadores extrajeron los componentes fluorescentes de los Paramacrobiotus y los aplicaron al H. exemplaris y a un nemátodo llamado Caenorhabditis elegans  —que también formó parte del experimento—. «Ante esto, ambas especies mostraron una tolerancia parcial a la radiación UV», reportaron.

«Fue natural pensar entonces que ambos fenómenos estaban conectados», agregó Eswarappa.

Seres luminosos

Investigaciones previas ya habían demostrado que la biofluorescencia podría ofrecer protección UV a cierto tipo de corales, y los investigadores que buscan vida extraterrestre sugieren que esta característica podría ayudar a los organismos a evolucionar y sobrevivir en mundos distantes orbitando estrellas enanas rojas —que emiten mayor radiación UV que nuestro sol—, potencialmente poblando planetas con muchas criaturas luminosas.

Para los resplandecientes tardígrados terrícolas, la fluorescencia podría incrementar sus posibilidades de sobrevivir e hábitats donde están expuestos a menudo al sol. «La resistencia UV provee a estos osos de agua con la habilidad de desarrollarse en ambientes con altos índices de esta radiación, como las regiones del trópico», concluyó Eswarappa

Los hallazgos fueron publicados en la revista especializada Biology Letters.

Fuente: Live Science. Edición: MP.





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