MISTERIO

¿Hay en la actualidad menos fotos y videos confiables de ovnis que antes?


Por décadas, las fotografías y videos de ovnis han despertado fascinación como una de las principales evidencias de los encuentros cercanos relatados por los testigos. Pero también mucha polémica y acalorados debates sobre su autenticidad. 

Un argumento que campea mucho en la actualidad —especialmente en las redes sociales— es referirse irónicamente a la carencia de imágenes de ovnis captados hoy en día en relación proporcional a la que existía entre 1950 y 1970, especialmente en estos tiempos donde todos literalmente caminamos por la calle con un equipo fotográfico (la cámara de nuestros celulares) que supera en mucho la calidad resolutiva de los mejores equipos profesionales de cincuenta o sesenta años atrás.

La conclusión implícita en esos comentarios es que, obviamente, las fotografías y filmaciones de ovnis de aquellos tiempos, al no haberse multiplicado exponencialmente en estos años, remitirían a fraudes o confusiones con explicación convencional.

También suele campear otra crítica: ¿por qué las imágenes de ovnis son siempre pésimas? (circula un «meme», incluso, que bromea en su texto: «He ahí un ovni. Búscame la peor cámara que tengas»).

Voy a proponer algunas reflexiones sobre estos tópicos.

Es muy sencillo refutar la primera noción simplemente señalando que —en las redes en general y en Youtube en particular—, contrariamente a esa presunción, abundan —más que abundan— a disposición en la web imágenes de ovnis, fotos estáticas y videos. Se me dirá que «evidentemente» la enorme mayoría son falsas. Fakes, que se ha puesto de moda decirles ahora. Es ciertamente muy posible, mas no es seguro. Seguro en términos de procedimientos que se pretendan científicos. ¿Por qué? Porque nadie se toma el trabajo de analizar esas imágenes para concluir así. Simplemente se observan, se ven «demasiado» perfectas, «demasiado hollywoodenses», y se concluye que es un buen trabajo de edición. Repito: tal vez lo sea pero… aguarden un momento: ¿no decía la segunda crítica que las imágenes siempre son «pésimas»? Pongámonos de acuerdo. Si son pésimas, se duda de ellas por su falta de calidad. Si son excelentes, se duda de ellas por su excesiva calidad. Se me ocurre una expresión argentina: puro «gataflorismo».

El verdadero problema, hoy, no es que falten registros: es que se ha perdido la continuidad de análisis e investigación. Me corrijo: sí existen ufólogos que investigan, dedican tiempo y dinero a proceder metodológicamente. Pero por cierto son —somos, porque pretenderé incluir a nuestro IPEC aquí— escasos. Investigadores y grupos que si deben pagar los honorarios de un fotógrafo profesional, un químico, un edafólogo, un experto en metalurgia, etc., lo hacen si de ello depende tener certezas. Muchísimos otros, simplemente, suponen. Lo que está bien, y llaman a sus suposiciones «conclusiones», lo que está mal.

Aún más: estamos asistiendo a una proliferación de «ufólogos» cuyo único trabajo es la edición de videos, la puesta en un canal de Youtube y la recolección de likes, difuminando la antes clara distinción entre «investigadores» y «difusores». No es sólo responsabilidad de ellos, ciertamente, sino también de una pléyade de seguidores más interesados en buenos efectos visuales y la reotralimentación de su propio «sesgo de aceptación» que de aburridos protocolos investigativos.

En consecuencia, también se señalará otra objeción: hay demasiado material disponible. ¿Quién se encarga de procesar y analizar todo ello? ¿Por dónde comenzamos?

No tengo las respuestas. Sólo señalar la falacia de las críticas inicialmente apuntadas. En síntesis: la marea de material ha aumentado exponencialmente y la dedicación a la investigación (en términos estrictos) ha decrecido en forma inversamente proporcional.

Creo que se debe, justamente, a la sobreabundancia de información (observación que podemos aplicar a toda temática) y que esa sobreabundancia atonta, aletargar los reflejos de extrañeza del público en general y los entusiastas en particular. Prueba esto, sin ir más lejos, cómo reaccionamos (me incluyo, creo que es una condición general de la que no se salva nadie) cuando alguien cercano fotografía o filma un ovni: automáticamente nos despierta —también cuando es por proximidad geográfica— un interés extra, extra que no existe cuando vemos ese mismo material procedente de algún lejano y desconocido.

Me nacen otras reflexiones vinculadas a esta línea pero en cierto modo tangenciales, de manera que las dejaré para un artículo futuro. Pero no me despediré sin antes hacer hincapié en un momento en, si se quiere, otra especulación formulada como pregunta:

¿Y si la Inteligencia tras los ovnis —de la que tanto hemos escrito que no es independiente del testigo, que interactúa en nuestro marco de Realidad (y vaya a saberse si literalmente no tiene el control del mismo) ha mutado a «formas de manifestación» ya no tan «fotografiables»? Si, como venimos deduciendo hace años, el «sistema ovni» modela la Realidad (no es un objeto de «aparición pasiva» en nuestro marco, sino que lo diseña o cuando menos lo influye) es obvio que también puede condicionar o influir no sólo en «cómo» se presenta sino también «qué» podemos hacer ante su presentación.

Y es aquí donde este concepto resultará inasible o incongruente a quienes no se planteen una reflexión previa: si lo que llamamos «ovni» es parte de un Fenómeno mucho más complejo que «visitantes extraterrestres» —sin excluirlos— y ha mutado de una escala de apariciones a otra. Por ejemplo, del «estatus» de «naves y aterrizajes» al de «entidades y portales» (o asígnenle ustedes los términos que más les plazca).

En cualquier caso, para zanjar las especulaciones sobre fotos y videos ovni deberían dedicarse primero ingentes esfuerzos a analizar la enorme avalancha de material disponible (cosa complicada: aparece cotidianamente más material del que somos físicamente capaces de procesar) para poder decir con fundamentos más científicos que el «me parece que» cuando son fraudes y cuando no. Aplicar aquí el «sentido común» (¿común a qué parámetros?) puede servir para algunas imágenes, digamos, «desmesuradas». Pero hay un enorme espectro residual de contenidos sin verificar.

O tal vez sea una señal de los tiempos. De la necesidad de dejar de hacer tanto énfasis en la casuística, en estos «epifenómenos anecdóticos» y comenzar a reflexionar sobre la enorme masa de material acumulado en siete décadas de investigación para descubrir las mejores preguntas que podemos formularnos.

Por Gustavo Fernández.





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