MISTERIO

Científicos hallan un agujero negro que «no debería existir» en nuestra propia galaxia


Un equipo internacional de astrónomos acaba de localizar un agujero negro en la Vía Láctea cuya enorme masa representa un verdadero desafío para las actuales teorías de evolución estelar.

Hasta ahora, se estimaba que la masa de los agujeros negros estelares que se encuentran en nuestra galaxia era de menos de 30 veces la del Sol. Sin embargo, los científicos afirman haber detectado uno que es mucho más grande, con una masa que excede a la solar en 70 veces y que ha sido bautizado como LB-1.

La nueva investigación, publicada en el último número de la prestigiosa revista científica Nature, recuerda que ya se habían detectado antes agujeros negros de masa similar, si bien «la formación de agujeros tan masivos en un entorno de alta metalicidad» —en particular, en la Vía Láctea— se consideraba «extremadamente difícil dentro de las teorías actuales de evolución estelar».

Se estima que nuestra galaxia contiene 100 millones de agujeros negros estelares, pero LB-1 es el doble de masivo de lo que los científicos creían era posible.

«Según la mayoría de los modelos actuales de evolución estelar, los agujeros negros de semejante masa ni siquiera deberían existir en nuestra galaxia», se sorprendió Liu Jifeng, profesor del Observatorio Astronómico Nacional de China, que encabeza la investigación.

«Se estima que nuestra galaxia contiene 100 millones de agujeros negros estelares».

La ciencia nos dice que hay dos tipos de agujeros negros. Los más comunes son los estelares —hasta 20 veces más masivos que el Sol—, que se forman cuando el núcleo de una gran estrella colapsa (supernova). Los agujeros negros supermasivos, por otro lado, son al menos un millón de veces más grandes que el Sol y sus orígenes son inciertos.

Pero los científicos creen que las estrellas típicas en la Vía Láctea pierden la mayoría de su gas a través de los vientos estelares, lo que previene el surgimiento de un monstruo del tamaño de LB-1.

David Reitze, un físico del Instituto Tecnológico de California, quien no estuvo involucrado en el descubrimiento, le dijo a AFP: «Los astrónomos recién están comenzando a arañar la abundancia de agujeros negros allí afuera y los mecanismos por los cuales se forman».

«La masa de LB-1 cae en el rango conocido como “grieta de inestabilidad par”, donde una supernova no puede haberlo generado», agregó. «Eso significa que este es un nuevo tipo de agujero negro, ¡formado por otro proceso físico!»

LB-1 fue descubierto gracias al sofisticado telescopio LAMOST, en China. Posteriores imágenes de los telescopios ópticos más grandes del mundo, como el Gran Telescopio de Canarias y el Keck en los Estados Unidos, confirmaron el tamaño del agujero negro en nuestra galaxia.

«Ahora los teóricos tendrán que asumir el desafío de explicar su formación», concluye Jifeng.

Fuente: Daily Mail.





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